miércoles, 14 de mayo de 2008

Pensar por si mismos

"Aprender a Pensar"

Por David Owen. Extracto de "LIFE" (Oct. 1990), de Nueva York.

El señor Whitson nos enseñaba ciencias naturales en sexto año de primaria. El primer día de clases, su exposición trató de una criatura llamada Gatiguampo, animal nocturno y mal adaptado al medio biológico, que se extinguió en la Era de las Glaciaciones. El maestro hizo pasar un cráneo de mano en mano, mientras explicaba el tema. Todos tomamos notas y más tarde, contestamos un cuestionario sobre esa lección.
Cuando me devolvió mi prueba quedé boquiabierto: una enorme equis roja tachaba cada una de mis respuestas. ¡Estaba reprobado! ¡Debía de haber algún error! Había repetido al pie de la letra las palabras del maestro. Luego supe que toda la clase había sido reprobada.
¿Qué había ocurrido?
Muy sencillo, nos explicó el señor Whitson. él había inventado ese cuento del Gatiguampo. Jamás había existido tal especie. Por tanto, cada uno de los datos de nuestras notas era incorrecto. ¿Acaso queríamos que nos aprobara por contestar falsedades? Huelga decir que nos pusimos furiosos. ¿Qué clase de prueba era esa? ¿Y qué clase de maestro era?
Teníamos que habérnoslo imaginado, prosiguió el señor Whitson. En efecto: mientras circulaba entre nosotros el cráneo (que era de gato), ¿acaso no nos había dicho que no había quedado ningún vestigio del animal? Había hablado también de su asombrosa visión nocturna, del color de su piel y de otras muchas características de las que él no podría haberse enterado. Para colmo, le había puesto un nombre ridículo, y ni así habíamos maliciado la artimaña. Nos informó que anotaría los ceros de nuestras pruebas en las actas de exámenes oficiales.

El señor Whitson agregó que esperaba que hubiéramos aprendido algo de esa experiencia: los maestros y los libros de texto no son infalibles. Y nadie lo es. Nos recomendó no permitir que nuestras mentes se adormecieran y tener siempre el valor de expresar nuestra inconformidad cuando el maestro o el libro de texto nos parecieran errados. Cada lección del señor Whitson constituía una aventura.
Todavía hoy recuerdo, casi de principio a fin, algunas de sus disertaciones. Un día nos dijo que su Volkswagen era un organismo viviente. Tardamos dos días en armar una refutación que le pareciera aceptable. No se dio por satisfecho hasta que le demostramos no sólo que sabíamos lo que era un organismo viviente, sino también que teníamos la entereza de defender la verdad.Aplicamos nuestro nuevo escepticismo a todas las materias de enseñanza. Esto ocasionó problemas al los demás maestros quienes no estaban acostumbrados a que los contradijeran. Nuestro maestro de historia, por ejemplo, disertaba sobre cualquier tema y, de pronto, se oían carraspeos y alguien susurraba: "Gatiguampo".
No he realizado ningún gran descubrimiento científico, pero las lecciones del señor Whitson nos infundieron a mí y a mis compañeros algo igualmente importante: el valor civil de mirar a las personas a la cara y decirles que están en el error. También nos enseñó que esta actitud puede ser divertida.No todo el mundo le concede valor. En una ocasión le conté a un profesor de enseñanza primaria lo que hacía el señor Whitson. Aquel hombre se escandalizó. "No debió burlarse así de ustedes ", comentó. Lo miré a la cara y le dije que estaba equivocado.
12) Sean optimistas.
El optimista no es el tipo iluso o ingenuo, sino aquel que cree que, aunque las cosas anden mal, siempre existe la esperanza de que mejoren. Por el contrario, el pesimista cree que todo irá para peor, lo pasa mal y se pasa quejando todo el día. No importa lo que se haga, a nadie le gusta oír a alguien quejarse todo el día.
Dénse un voto de confianza. Crean en ustedes mismos, siéntanse capaces de hacer las cosas. Partan de la base que tienen las aptitudes y capacidades para sacar adelante la tarea. Si ustedes no lo hacen, nadie lo hará por ustedes.
Seremos de la manera que nos sintamos en este mundo. Cada uno escoge ser optimista o pesimista, y esa elección se reflejará en el resultado final.
13) Busquen y establezcan relaciones entre las distintas cosas que estudian.
Todas las cosas que están estudiando están relacionadas entre sí. Además, se pueden hacer analogías interesantes entre áreas de estudio aparentemente diferentes. Encontrar tales relaciones les permitirá entender mejor la materia. No importa lo que estudien
Los "conceptos" o "teorías" son modelos desarrollados a partir del análisis de muchos casos prácticos. Así, el aprendizaje de la teoría y el de la práctica necesariamente van de la mano. Si uno se transforma en una máquina de resolver ejercicios o en un aplicador de fórmulas y trucos, sin entender el fundamento detrás de cada problema, se corre el riesgo de encontrarse con problemas especialmente ingeniosos o complejos, para los cuales los trucos no bastan. Pero si uno logra entender el fundamento detrás de cada problema, estará preparado para enfrentar cualquier problema que se le presente.
A medida que uno persevera en la práctica y en el estudio de la teoría se va desarrollando la "intuición". Después de mucha experiencia adquirida, uno se va dando cuenta que las situaciones se empiezan a repetir, que muchos problemas guardan muchas similitudes y analogías, que lo que se aprendió en un problema sirve para resolver otros, que existen diferentes maneras de entender un mismo problema y todas son perfectamente válidas, etc. En suma, uno puede empezar a hacer relaciones y enfrentar problemas nuevos con mayor seguridad.
14) Practiquen como si le fueran a enseñar a otros
"Dímelo y lo olvidaré, enséñamelo y lo recordaré, implícame y lo entenderé, apártate y actuaré"
Proverbio chino.
"Háblame y quizás lo olvide. Enséñame y quizás recuerde. Particípame y aprenderé"
Benjamín Franklin.
Albert Einstein decía que uno realmente comprende algo cuando es capaz de explicárselo a su abuelita o a un niño pequeño, se logra mayor retención del conocimiento cuando uno enseña algo.

Para poder enseñar se requiere un profundo grado de comprensión y dominio, pues además de saber resolver un problema, hay que ser capaz de entender la cadena de pasos y razonamientos que permitió esto, y explicarla de manera que cualquier otra persona pueda entenderla.


Uno aprende mucho mejor lo que enseña. De hecho, el ser capaz de ejercer de maestro constituye el nivel más alto al que se puede llegar en el aprendizaje de una disciplina. Nadie se hace experto en una materia con solamente aprobarla como alumno, sino que después de muchos años trabajando con ella y enseñándola.

Cuando estudien o practiquen, no se conformen con sólo entender la materia o resolver el ejercicio, sino que pregúntense cómo podrían explicar lo que hicieron de manera simple para que otra persona pueda entenderlo con facilidad.

Si tienen la ocasión de hacerlo, enséñenle a otros. A medida que lo hagan, van a ir dándose cuenta de qué partes dominan mejor, cuáles requieren más estudio, etc. Además, el diálogo con sus "alumnos" les permitirá descubrir detalles nuevos u otros enfoques para entender lo mismo. El intercambio de ideas con otros enriquece el aprendizaje.

Aprender a estudiar

Para aprender a estudiar

A veces estamos listos para practicar, pero no sabemos como hacerlo. Tratar de estudiar sin tener una idea clara de lo que se busca,  resulta ineficaz e ineficiente. Si además el intento se hace en el marco de una evaluación, es una invitación al desastre. En este contexto, es posible revertir las posibilidades de lo que podría convertirse en una mala experiencia, para llevarla a ser un desafío que derive en nuevos aprendizajes. 


Los pasos previos:

1) Busca  un buen maestro.
Uno no puede entender algo si antes no se lo explican o no lo conoce. Cuando quieran aprender algo y no sepan de donde partir, busquen un buen maestro, alguien que sepa lo que hay que hacer, alguien que proporcione un buen modelo a imitar.
Todo aprendizaje parte por la imitación de modelos. Hasta los grandes genios creativos partieron imitando a otros y reciclando ideas ajenas. Pero no se trata de una imitación pasiva, de transcribir irreflexivamente lo que hacen otros, sino que de una imitación activa y consciente, en la cual hay que pensar, hacer relaciones con conocimientos previos, tratando de entender de la lógica subyacente.
Es como aprender a caminar: en un principio, uno puede usar todos los apoyos que quiera, tomarse todo el tiempo que sea necesario, tener paciencia con uno mismo, no exigirse resultados inmediatos ni perfección, hay que permitirse el errar.
El típico proceso de aprendizaje a partir de la imitación de un maestro consta de los siguientes pasos:
El maestro realiza, mientras que el alumno observa al maestro, tratando de entender lo que está haciendo.
El alumno intenta hacer, mientras que el maestro lo supervisa, lo guía y le indica lo que tiene que mejorar. En otras palabras, el alumno practica y cuando se equivoca, el maestro lo ayuda.
Luego del tiempo necesario, si los pasos anteriores se han hecho bien, el alumno estará en condiciones de hacer correctamente las cosas sin ayuda del maestro.
Todo buen estudiante tiene ganas de aprender y quiere que le enseñen. Esto implica un importante grado de humildad: Siempre existirá alguien que sepa más que uno de algo. No hay que ser arrogante ni orgulloso. Pedir ayuda a otro no es signo de debilidad.
En el caso de la asignaturas científicas, es bueno comenzar observando e imitando los problemas resueltos por un buen profesor, o bien conseguir un buen solucionario o libro con ejercicios resueltos, para estudiarlos y analizarlos en profundidad.
También es posible buscar varias fuentes diferentes de aprendizaje y compararlas. No se queden solamente con lo que dice el maestro, o el texto guía, sino que busquen otras fuentes, compárenlas y rescaten lo que consideren útil.


El comienzo del desafío:
2) Programen su estudio o práctica.
Escoger un horario para estudiar todos los días. El horario es una guía para saber qué hacer. Es algo tangible que se puede ver y que nos ayuda a recordar lo que debemos hacer en determinados momentos.
Debe ser planificado con criterio. Hay que considerar plazos, de tal manera de no hacer las cosas a última hora. Debe ser flexible para enfrentar imprevistos, y dejar un margen razonable para el descanso y la vida personal.
3) Fijen Metas a Cumplir
Es necesario fijarse metas al comienzo del estudio para saber hasta donde se va a llegar en un tiempo determinado. Cada cierto tiempo hay que anotar los avances que se logren para saber cuánto falta por desarrollar.
Las metas deben ser razonables de alcanzar en el tiempo presupuestado y ser flexibles ante imprevistos.


Para llevar bien el proceso:


4) Concentrarse durante el estudio
Hay que estudiar concentrado, atento a lo que se está estudiando. En el estudio hay que poner cuerpo, mente y sentimiento. Al hacer el estudio a cabalidad, uno aprende más y se siente mejor. Si no se pueden concentrar, no pierdan el tiempo. Dejen el estudio por un rato y luego regresen a él.
5) Relájense y estudien calmadamente
Cuando uno quiere aprender, no se puede ir deprisa, porque de lo contrario se termina estudiando mal. Hay que partir lentamente, de a poco, sin exigirse, tomándose el tiempo que sea necesario. A medida que se va adquiriendo experiencia, se puede ir más rápido.
Una de las leyes que rige el trabajo mental es la llamada "Ley de la Relajación o del Esfuerzo Reversible", cuyo enunciado dice que "cuando la imaginación y la voluntad están en oposición, prevalece invariablemente la primera".
Cuando la voluntad y la imaginación son antagónicas, invariablemente gana la imaginación. En un conflicto entre la voluntad y la imaginación, esta última siempre tenderá a hacer inútil todo el esfuerzo de la voluntad. Pero cuando la voluntad y la imaginación están de acuerdo, no se suman sus efectos, sino que se multiplican.
En todo trabajo mental, el esfuerzo se derrota a sí mismo, en especial cuando existe una predisposición negativa hacia lo que se está estudiando.
Cuando una persona piensa que no puede hacer algo y luego lo intenta, cuanto más trata, menos puede hacerlo. Cuando un estado mental es tal que se piensa "me gustaría hacer esto, pero no puedo"; entre más se intente realizarlo, menos posible será llevarlo a cabo, así sean muchas las ganas de hacerlo. Cualquier intento de presión mental o de forzar las cosas mentalmente está destinado de antemano al fracaso. La presión mental provoca tensión emocional, y en el momento en que ésta se produce, la mente se bloquea y deja de funcionar con creatividad. Así, para que la mente vuelva a ser creativa, hay que suprimir su tensión mediante la relajación. En todo trabajo mental, la clave es estar relajado, apacible y sin apresuramientos.
6) Estudien por más tiempo las cosas más difíciles
Todos tendemos a hacer lo que ya sabemos, pues es más fácil para nosotros, y a la vez, tendemos a esquivar lo que no sabemos, pues requiere mayor esfuerzo. Hay cosas que son muy difíciles de entender, y que por lo tanto requieren dedicar más tiempo, concentración y entrega. Una buen estrategia para ello es la de "dividir para reinar", que consiste en fraccionar la materia a estudiar en muchos pedazos pequeños y fácilmente abordables. A todos nos pasa que, por diferentes motivos, sentimos miedo, aversión e incluso odio y rechazo visceral a ciertas materias. Muchos llegan a tener verdaderos traumas con determinados contenidos, como en el caso del típico estudiante "negado" para los números, que funciona a las mil maravillas en todo lo que sea humanista, pero con el que simplemente "no hay caso" en lo que a matemáticas se refiere.
En tales casos, un buen método es el de "aproximaciones sucesivas", usado por muchos psicólogos para enfrentar fobias Por ejemplo, en el caso de los afectados por aracnofobia o temor a las arañas, el procedimiento consiste en colocar una araña a una cierta distancia del paciente, para luego ir acercándola poco a poco, haciendo que el paciente se acostumbre paulatinamente a su presencia hasta que sea capaz de soportar tenerla en su mano o caminando en su piel, momento en el cual se rompe el trauma. Esta idea, aplicada a los estudios, se traduce en partir estudiando los temas más simples y fáciles, e ir poco a poco avanzando a temas más complejos, con el fin de ir ganando seguridad y confianza. 


Muy importante:

7) Estudien comprometidos, con ganas, con pasión.
Todo lo que aprendamos, por muy insignificante que sea, es importante porque ya es parte de uno
Todo estudio, por muy fácil e insignificante que parezca, hay que hacerlo con compromiso, dando lo mejor de nosotros mismos, participando plenamente y poniéndole todo nuestro interés.
Hay que ser honesto y entregarse a lo que uno hace. No ser cínico. Si no nos vamos a comprometer totalmente en algo, mejor no lo hagamos. Además, uno disfruta más las cosas que hace con compromiso.
8) Aprendan de los errores.
Lamentablemente, el actual sistema educacional tiende a premiar más a las respuestas que a las preguntas: el que tiene las respuestas correctas, aprueba y pasa de curso. A la gente se le castiga por cometer errores, y en consecuencia fallar es un crimen que se paga muy caro, y por lo tanto hay que evitarlo como sea.
Se da demasiado énfasis a la necesidad de estar en lo correcto y en el temor de estar equivocado. Es el miedo a cometer errores y a hacer el ridículo lo que impide que la gente actue, innove, se arriesgue y, en última instancia, que aprendan mediante la acción.
Por mucho que exista un conjunto de métodos y técnicas, a la larga todo se aprende mediante ensayo y error. Los que llegan a ser maestros en su arte desarrollan una actitud positiva frente a los errores y fracasos: no se quedan petrificados frente a ellos, y aprenden las lecciones que éstos les dejan.
Con ello, desarrollan su intuición, a la que le dan mucha importancia y a la que le suelen hacer caso.
Equivocarse no es el fin del mundo. De hecho, es la base del aprendizaje. Cada vez que cometan un error, simplemente incorpórenlo a su experiencia y sigan adelante. No se auto castiguen inflexiblemente.
Mientras no estén en medio de una evaluación, pueden cometer todos los errores que quieran, y nadie los va a evaluar mal por ello. Resulta importante adquirir mucha experiencia práctica antes de las evaluaciones, de tal manera de prever y cometer todos los errores posibles y aprender cómo superarlos. Así, uno llegará a enfrentar las pruebas con la confianza y seguridad que dan la experiencia.


Una exigencia de nuestra sociedad que deben aprender a enfrentar:


9) Acostúmbrense a trabajar en grupos
Gran parte de lo que uno hace lo hace en grupos. En el inicio, los integrantes de un grupo están separados entre sí, pero en un grupo exitoso llega un momento en que se unen y terminan juntos.
Lo ideal es que todos se enseñen entre sí, y los desacuerdos forman parte del proceso. Hay que hallar la manera de lidiar con ellos en forma eficiente. Hay que ponerse en el lugar de la otra persona para comprender su posición, que a lo mejor es totalmente diferente a la mía.
Los buenos grupos tienen una idea en común y el deseo de hacer las cosas lo mejor posible.
10) Estudien para aprender, no para sacarse notas.
Las notas son un termómetro que mide el grado de aprendizaje alcanzado. Las notas son un medio de verificación del aprendizaje, pero no son el fin del aprendizaje. El problema es que muchas veces, por una cuestión de tiempo y energía, uno termina dando más prioridad a las notas que al aprendizaje, por lo que privilegia algunas asignaturas más que otras.
El que estudia para aprender casi siempre obtiene excelentes notas y además logra un importante desarrollo mental, pero el que estudia para sacarse la nota (en especial la nota mínima de aprobación) muchas veces no aprende y difícilmente tendrá músculos mentales fuertes.
Las notas y el certificado de título son indudablemente importantes, pero mucho más importantes aún son los conocimientos adquiridos y los músculos mentales desarrollados.


Esto es lo que deben buscar:


11) Piensen por sí mismos.
Los métodos son sólo maneras de hacer algo que funcionan para la mayoría de la gente. Pero quizás existen otros sistemas que funcionen mejor para ustedes. Un mismo problema puede ser planteado y resuelto de muchas maneras diferentes, algunas más fáciles que otras, pero todas igualmente válidas.
No hay que ser autómatas. Cuando el maestro les diga que hagan algo de tal manera, háganle caso, pero piensen en otros sistemas posibles, porque quizás existe alguno que funcione mejor para ustedes.
En el caso de asignaturas científicas como física y química, a partir de un mismo fenómeno se pueden generar muchos problemas diferentes. Por ello, resulta recomendable resolver muchos problemas, de diferentes tipos entre sí, que abarquen todos los conceptos y con diferentes enfoques. No se limiten a aprender mecánicamente los procedimientos de solución "típicos".
No conviene "enamorarse" ni menos volverse "adicto" a una determinada manera de resolver problemas, pues en cualquier momento aparecerá un problema "ingenioso", en el cual ese enfoque "regalón" no será de utilidad. Mientras más enfoques se conozcan, más preparado se estará para enfrentar cualquier problema.
No se trata de echar a un lado lo que otros le enseñan. No hay que desechar nada. Se trata de no aferrarse a eso como verdad absoluta. A partir de eso que le enseñan pueden encontrar las maneras que más les convengan a ustedes. Uno puede tomar ideas de diferentes fuentes y usarlas en función de su conveniencia.
Tenga su mente siempre abierta y flexible. Las ideas geniales para resolver problemas vienen cuando y donde menos se esperan.

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