martes, 20 de agosto de 2019


El rol del  profesor Jefe.

Entre las tareas que cumplen los docentes con la finalidad de contribuir a la educación de las nuevas generaciones, la que realizan los profesores jefes de vital importancia, puesto que su labor no se remite sólo a la de entregar contenidos y desarrollar las habilidades que propone el currículum oficial, sino que va más allá.  Al asumir la jefatura de un curso entre las múltiples funciones de su trabajo con los estudiantes, sus familias y la propia comunidad educativa, comienza a ser responsable de la baja asistencia, de la repetición, de los muchos niños y jóvenes que quedan sin clases porque llegaron tarde; del bajo rendimiento de sus alumnos, de la deserción, de la falta o exceso de evaluación, de la falta de armonía al interior del grupo curso, del mal empleo de los recursos humanos y materiales de la escuela; de la falta de interés y de cooperación, por parte de los alumnos, de los padres, incluso en ocasiones de sus propios colegas; de la falta de interés por las actividades integradas de la escuela; de las divergencias entre los docentes, entre muchas otras cosas y situaciones.

En este escenario es válido preguntarse, ¿De qué manera se prepara a unos docentes idóneos, o al menos se le entrega  apoyo para desarrollar su rol? ¿Cuáles son las herramientas con que cuenta para enfrentar su responsabilidad como profesor jefe? ¿A quién puede acudir cuando las tareas se vuelven demasiado complejas y su sola disposición y competencias no son suficientes? ¿De qué manera se organizan las unidades educativas para que el trabajo de los profesores jefes sea efectivo? Estas preguntas surgen al evidenciar como esta tarea muchas veces recae en docentes que son asignados, debido únicamente a que cuentan con horas disponibles sin que se realice un trabajo previo de inducción para desempeñar tan delicado cargo, o bien, reciben la responsabilidad y luego se encuentran trabajando con sus cursos en completo aislamiento, limitando con ello sus posibilidades de lograr resultados óptimos en el desarrollo de sus estudiantes.

La reflexión anterior es relevante, por cuanto la labor del profesor jefe implica una responsabilidad enorme en la formación íntegra de los alumnos y en la comunicación que este puede establecer con la comunidad. Respecto de lo primero, el o la docente que asume la jefatura de un curso debe hacerlo en la plena conciencia de que se transforma en un generador de convencimiento para  que cada niño(a) y cada joven se asuma como protagonista de su actividad escolar, que se sienta seguro que sus esfuerzos morales e intelectuales, sus investigaciones, los problemas de su vida están en el centro del interés de sus profesores. Consecuentemente, también debe lograr que sus colegas y apoderados asuman que los alumnos pese a su aparente suficiencia, necesitan límites y respuestas claras que les ayuden a solucionar sus crisis de crecimiento, confrontando sus orientaciones valóricas y definiciones; necesitan descubrir en cada profesor(a) jefe a un orientador(a), un tutor(a), un facilitador(a), a un mediador entre ellos y el mundo de los valores. Lo anterior presenta uno de los  grandes desafíos de la escuela y en ese sentido pone al profesor(a) jefe en el centro del acto educativo,  la formación de actitudes e internalización de valores de sus estudiantes.

De acuerdo con lo señalado, este es un rol trascendente para  la escuela, por ello debe ser encomendado a los docentes mejor capacitados para este cargo y se require entregarles los apoyos necesarios con la finalidad que su labor se vea fortalecida y pueda alcanzar los objetivos que se planteé con su curso.  En este sentido el trabajo colaborativo es fundamental, puesto que lo que está en juego no es sólo la entrega de conocimientos de la manera tradicional, pues si bien, es necesario que los alumnos sepan leer, escribir y apliquen las operaciones matemáticas, la labor del profesor jefe debe enfocarse tanto en que sepan responder a ello, como en aquello que constituirá un desafío permanente en otros ámbitos de la vida. En este contexto, deben desarrollar herramientas relacionales, contar con condiciones de bienestar, ser respetados en sus derechos y recibir lo que necesitan  para desarrollarse de manera íntegra.

El profesor jefe debe desarrollar ciertas competencias que le permiten un nivel profundo de conocimiento de sus alumnos, de los procesos que se encuentran viviendo y que los afectan en cada una de sus etapas de desarrollo, ganar la confianza de su grupo y validarse como un referente de vida que le permita credibilidad de parte de sus estudiantes, convocar la atención de estudiantes y apoderados frente a las decisiones importantes que inciden en los resultados de aprendizajes en los diferentes ámbitos de la formación, ya sea académica, valórica, social y emocional. Conjuntamente debe elaborar e implementar  estrategias para contar con la colaboración de las familias, así también requiere contar con herramientas proporcionadas principalmente por la escuela para atender a las necesidades y características que presentan los alumnos, las cuales son variadas, complejas y constituyen el principal desafío de una jefatura de curso.

En este sentido, el presente documento propone una estrategia de trabajo para la escuela que ubica al profesor jefe como un eje fundamental y articulador de trabajo de su curso, estableciendo vínculos con todos los equipos de la comunidad educativa, con el fin de brindar apoyo a los alumnos, monitorear su trabajo y orientar los resultados hacia un mejoramiento permanente. Cómo primer paso para poner en práctica la estrategia, es importante preguntarse, ¿En cuántas fichas distintas se recogen los datos de un alumno dentro de la escuela? ¿De qué manera conversa la información de que dispone inspectoría general, con la que tiene el profesor jefe y los equipos de apoyo de la escuela, entre otros? Realizar estas preguntas es muy relevante, puesto que la disparidad de información de un estudiante dentro de la misma unidad educativa, por lo general deriva en que no se pueda llevar un adecuado acompañamiento de sus progresos, se dificulta el monitoreo y se limitan las posibilidades de entregar ayuda oportuna y pertinente cuando aparecen dificultades, puesto que la existencia de  multiplicidad de información, aumenta el riesgo de sobre intervención, lo que es tan perjudicial como la invisibilización de las necesidades. A partir de lo señalado entonces, el primer paso de la estrategia es la consolidación de la información acerca de cada alumno en una ficha centralizada que contenga los datos relevantes de los estudiantes y a la cual cuenten con acceso los diferentes equipos de trabajo, resguardando por supuesto cuando existe información que debe mantener un alto grado de confidencialidad, de tal manera que se puedan articular los esfuerzos en torno al desarrollo de los estudiantes.

Entendiendo que la primera parte de la estrategia es un trabajo complejo de llevar a cabo en el corto plazo, es realizable si se conjugan los esfuerzos de los actores educativos, a la vez que se realiza una vez y luego se mantiene la estructura, lo que trae consigo muchos beneficios en favor del trabajo de los profesores jefes y por supuesto de los estudiantes. En este estadio, una vez realizada la que se puede denominar “Ficha Única”,  es recomendable que se socialice con los diferentes equipos y se les explique que el eje articulador de esta información es el docente a cargo del curso, puesto que con ello se favorece la fluidez de la información y conjuntamente se facilita y fortalece el rol del profesor jefe.
Fig1.-


Dirección/ Equipo de gestión
Profesores
De asignatura
Dupla psicosocial
Programas externos



Estudiantes
Profesor/as      Jefe/as
Profesionales PIE
Orientador/as
Encargados de Convivencia escolar
La figura 1, presenta un esquema de trabajo, donde aparecen algunos de los actores de la escuela asociados al desarrollo de los estudiantes (lo que puede cambiar según cada escuela) y se establece como todos los esfuerzos deben apuntar a un mismo objetivo, los estudiantes.
Fig 2.-
Equipo
Funciones
Equipo
Funciones
Equipo
Funciones
Dirección y equipo de gestión

Entrega directrices generales, asigna tareas, asegura los insumos y supervisa el cumplimiento de los diferentes equipos
Profesor jefe

-Elaboración de diagnóstico y necesidades de su grupo curso
-Elaboración de planes de Mejora
-Acompañamiento y supervisión de los procesos de aprendizaje de los y las estudiantes
Equipos de apoyo internos y externos
- Entregan orientaciones y capacitaciones a los profesores jefes y docentes de asignaturas.
- Reciben derivaciones de los docentes jefes
- Retroalimentan a los profesores jefes acerca de los progresos de los casos derivados
 La figura 2, muestra un esquema de roles y funciones básicas a desempeñar por los equipos al interior de la comunidad, con un equipo directivo y/o de gestión que entrega directrices generales, insumos, apoyos  y supervisa el cumplimiento de tareas, en tanto que el profesor jefe, realiza  diagnósticos de su grupo curso, elabora planes de mejora,  acompaña y supervisa procesos de aprendizaje, realiza las derivaciones, además de entregar y recibir información de parte de los diferentes equipos de apoyo.

Ciertamente para llevar a cabo estas tareas, es aconsejable que el profesor jefe disponga de tiempos adicionales, puesto que es un trabajo arduo, extenso y necesita de una sistematicidad que se mantenga a lo largo de todo el proceso de los alumnos, pero ese es un tiempo muy bien invertido por la escuela, porque los resultados en los aprendizajes de los estudiantes pueden ver mejoras sustantivas , asimismo, los cursos avanzan hacia una mayor cohesión, mejoran las relaciones interpersonales y el proceso de desarrollo de los alumnos adquiere un carácter de integralidad,  que es lo buscado por cualquier institución educativa.

Para finalizar, se debe tener en cuenta que los resultados no son inmediatos e incluso es posible que en una primera instancia se produzcan inconvenientes como cruce de información, desacuerdos entre los equipos, los estudiantes no se abran a la confianza que les entrega y requiere el profesor jefe. Sin embargo, todo cambio para mostrar resultados positivos debe pasar por un periodo de ajuste en el cual los equipos harán los ajustes necesarios para fortalecer aspectos debilitados y adecuarse a las necesidades y características reales de sus estudiantes. Lo importante es que en el mediano plazo,  es decir un ciclo de dos años, se verán los primeros avances. Cabe señalar en este punto, la importancia de establecer metas puntuales y medibles, con el fin de no frustrarse y abandonar antes de ver mejoramientos.


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